Leer, escribir, compartir

Leer, escribir, compartir

29/8/17

Reto 5 líneas, agosto.


Estas son las tres palabras para agosto: máscaras / uñas / fuerte.

Y este es mi relato 5 líneas...

Os recuerdo que si queréis participar, podéis hacerlo AQUÍ.


Sentados con sus impecables batas blancas, guardando distancia, escudándose detrás de esas máscaras de frialdad e indiferencia que prefiguraban lo peor. Cuando finalmente hablaron, sus palabras me traspasaron de parte a parte, sentí un nudo en la garganta que fue quedándome sin aire, difícil mantenerme en pie. El fuerte dolor que sentí salió en forma de grito, un grito desesperado. Me había aferrado con uñas, dientes y una ciega esperanza a que de ésta salías.
Seguir leyendo




25/8/17

Delphine de Vigan, Nada se opone a la noche.

Lucille,foto tomada en una comida familiar. Parece mirar a algo o a alguien
pero probablemente no mira nada, su sonrisa es de una oscura dulzura.



Título: Nada se opone a la noche.
Autora: Delphine de Vigan.
Editorial: Anagrama.
Págs: 369.
Año 1ª publicación: 2011.










Mis impresiones
Muchos son los autores que han hecho de la figura de la madre el personaje de sus obras, escribiendo sobre el amor fraternal o la falta de él, y no me parece que tiene que ser un ejercicio fácil, por lo que representan, y por las emociones que despierta una palabra de tan sólo cinco letras. Difícil elegir el tono adecuado sin caer en el sentimentalismo y acabar resultando patético. Delphine de Vigan, justa y precisa nos habla de Lucile, su madre y lo hace sin exagerar, sin quejarse, sin juzgarla. 

Me doy cuenta cada día que pasa de lo difícil que es escribir sobre mi madre, acotarla con                 palabras, y de lo mucho que echo de menos su voz.


El suicidio de su madre, Lucile, abre y cierra el libro, a partir de su muerte la autora siente la necesidad de escribir sobre ella, de encontrar un porqué, para los que se quedan el suicidio siempre es inexplicable. Una necesidad personal de entender a esa madre tan poco convencional, tan imperfecta y tan real, tan cariñosa y torpe, tan presente como ausente, una madre defectuosa, como lo son todas, lo somos, intentando hacer lo que podemos, que no siempre es lo que quisiéramos, pero tan importantes siempre.

Posiblemente tenía ganas de rendir homenaje a Lucile, regalarle un ataúd de papel -pues me parece el más hermoso de todos- pero también sé que a través de la escritura busco el origen de su sufrimiento.

Cómo encontrar la distancia correcta para poder contar, para ir desenredando la historia de una familia, la suya. Recopila, pregunta, escucha, ve, desentierra lo que no se ha dicho, todo va saliendo en estas páginas y nosotros los lectores nos conmocionamos a medida que avanzamos en su lectura. Intenta ser fiel a lo que sucedió y como sucedió, tarea difícil porque los recuerdos de un hecho pueden llegar a ser tan diferentes como gente hay para recordarlos y luego están los secretos que cuando resultan demasiado incómodos, se asimilan y se callan con el fin de no destruir la apariencia de unidad familiar. Pero ella, como un vampiro ávido de detalles, los desentierra y les pone voz, sabiendo que le costará más de un disgusto.

¿Tengo derecho a escribir que mi madre y sus hermanos fueron todos, en un momento u otro de sus vidas (o durante toda su vida), heridos, dañados, desequilibrados, que todos conocieron una gran pesadumbre, y que llevaron su infancia, su historia, sus padres, su familia, como marcada a fuego?.

Descubrimos a una Lucile de niña, la tercera de nueve hermanos, dotada de una gran belleza que atraía la atención sin quererlo, sin desearlo. Posaba para anuncios publicitarios de ropa infantil y su rostro aparecía en grandes carteles de París, sin embargo de una singular personalidad se distinguió por su aire ausente y reservado a la que nada importaba el interés que suscitaba en los demás.

Cuando había que formular un deseo Lucile deseaba siempre el mismo. Soñaba que se hacía invisible.


Lucile de niña.

La muerte se cierne sobre la vida de Lucile desde la infancia, invadiendo poco a poco y desde muy temprano la historia familiar, accidentes, suicidios... serán heridas de las que no saldrá ilesa, así como del carácter de su padre, dominante, con una personalidad abrumadora, que los adulaba y los humillaba a partes iguales, y que mantuvo con algunas de sus hijas relaciones ambiguas. Hay dolores que se incrustan en el interior, que azotan al alma, que dejan huellas que resisten al tiempo, que pueden ser devastadores, que nublan la razón de quien los padece y así pasó con Lucile. Más inestable a medida que pasan los años, van apareciendo indicios que hacen sospechar que algo va mal, demasiadas excentricidades que la vuelven peligrosa tanto para ella misma como para sus hijas, las que asisten perplejas y horrorizadas a estos episodios de locura que la llevarán a estar hospitalizada en varias ocasiones.

Poco tiempo después de la muerte de su hermano, Lucile había escrito en el espejo de nuestro cuarto de baño, con un lápiz de labios color sangre: "me voy a hundir". Frente a ese espejo, nos peinábamos cada mañana Manon y yo, con esa amenaza tatuada en el rostro.

Despegada de la realidad, sin saber como vivir, invadida por un malestar que no dejaba de crecer. Con sus hijas mantuvo una relación llena de ansiedad, compleja y a pesar de esa incapacidad para cuidar, proteger y ocuparse de ellas, no sentí  a lo largo de las páginas y a través de los ojos de su hija que se la criticara ni juzgara. Una mujer que a lo largo de su vida tuvo varias caras, fue una mujer enferma, también empática y una buena trabajadora social que mejor que nadie supo ponerse en la piel de los más necesitados.

El dolor de Lucile formó parte de nuestra infancia y más tarde de nuestra vida adulta, el dolor de Lucile sin duda nos forjó, a mi hermana y a mí.

Según avanzan las páginas no podremos mantenernos indiferentes a las revelaciones, ni a ciertos pasajes de una violencia poco común que la autora y su hermana tuvieron que manejar. Esa inconstancia en la que vivieron durante la infancia y adolescencia, esas idas y venidas de esa mujer mentalmente enferma, desorientada y confundida a merced de sus demonios que la conducirán a varios internamientos psiquiátricos. Dos niñas que nada entendían, con apenas 13 y 9 años asistieron asustadas a la primera de las graves crisis, dos niñas que vieron y soportaron la lucha de su madre intentando sobrevivir, que no vivir, impotentes ante su sufrimiento, afrontando como bien podían las consecuencias de una enfermedad de la que nada sabían. En las palabras de Delphine hay ira, angustia y mucho amor por esa mujer rota que ante todo y como pudo fue su madre.

Luchaba por ofrecernos su lado menos estropeado, el menos cansado, luchaba por permanecer en vida. Por nosotras, Lucile se levantaba, se vestía, se maquillaba. Por nosotras, salía a comprar pasteles los domingos a mediodía. Cada gesto le costaba caro, no podíamos ignorarlo.
En las semanas que siguieron me inquieté aún más por Lucile. Ese miedo no me abandonaba, a veces me impedía respirar. Ignoraba lo que significaba. poco a poco, mi angustia encontró su expresión: tenía miedo de encontrarla muerta.

Alternando al relato de la vida de su madre nos introduce capítulos en primera persona compartiendo sus dudas y temores sobre lo que está escribiendo y el efecto que tendrá en su familia, donde se palpa no sólo la necesidad de contar, también la dificultad de hacerlo, demasiadas emociones, desde el amor y la ternura hasta la rabia y la frustración. Lejos de importunar, estas incursiones en la narrativa han hecho si cabe dotarla de una mayor proximidad. Un doloroso homenaje sincero a una madre, a su dolor, su dulzura, su violencia, su belleza...

¿Cómo me había imaginado, aunque fuese un solo instante, poder hacer inventario de la vida de Lucile?, ¿qué buscaba en el fondo, si no era acercarme al dolor de mi madre, explorar sus contornos, sus pliegues secretos, la sombra que arrastraba?.

Ha sido esta una lectura intensa, de sentimientos profundos, muy bien escrito, un relato valiente, que sabe captar y no perder la atención del lector, del que no sales indemne. Aunque penséis que es un tema explotado en la literatura que no sea esto lo que os impida darle una oportunidad, es este un libro que conmueve por su sinceridad. Queridos lectores, sabéis como yo las fuertes emociones que una lectura puede despertar, el interés que te deja por conocer más sobre el autor de la misma, que no os extrañe entonces encontraros en este espacio mío que es el blog más sobre Delphine de Vigan.











Seguir leyendo




Return to top of page