Título:La niña del faro.
Autora: Jeanette Winterson.
Editorial: Lumen.
Año 1ª publicación: 2004.
Págs: 199.
En un pequeño pueblo pesquero escocés vivía una niña llamada
Silver junto a su mamá, papá nunca conoció, en una casita inclinada en lo alto de una montaña. Un día su mamá sufrió un desgraciado accidente y con apenas 10 añitos se quedó huérfana y
sola en el mundo. Pero entonces apareció
Pew el guardián del faro quien se hizo cargo de ella. Pew era un hombre ciego, solitario, con un
precioso don, una prodigiosa habilidad para narrar historias. Silver acogía estos relatos con enorme curiosidad, encontró en ella a una gran oyente. Entre todas las historias que le contó, destacó la de
Babel Dark, un lugareño arrogante, oscuro, que vivió una doble vida,
desgarrado entre el deber y el deseo. Enamorado de una guapa pelirroja, Molly, a la que abandonó preso de los celos, y casado con una buena mujer a la que no quiso y con la que se conviertió en un hombre atormentado.
Silver se sentía bien viviendo con el cariño del viejo Pew, así como el faro es una luz que transmite seguridad en la oscuridad a los marineros,
así era Pew para Silver, amparo, protección, su luz.
Hasta que un día el progreso llegó a este pequeño pueblo dispuesto a automatizar el faro lo que significó que ya no necesitarían de Pew y Silver para mantenerlo. Les llegó el momento de decirse adiós y cada uno partió por separado. Una vez más se volvió a quedar sola, para ella sólo cabía ir hacia adelante, no tenía donde volver ni con quien, nada a quien anclarse, debía de ir en busca de nuevos comienzos
"¿por dónde empezar? difícil en las mejores circunstancias, más duro cuando tienes que volver a empezar". Silver no tenía más opciones que la de seguir y embarcarse en su propia historia. Y no fue fácil para ella fuera del faro donde había vivido desconectada de la vida del día a día, no le fue fácil buscarse un trabajo, no le fue fácil incluso inscribirse en una biblioteca ya que no tenía ninguna dirección fija, por entonces dormía en una posada,
no le fue nada fácil vivir. Diferentes sucesos la llevaron a estar internada en un manicomio durante una temporada, psicosis le dijeron que padecía "falta de contacto con la realidad".
"Desde entonces, he estado intentando descubrir qué es la realidad para poder tocarla". Y así siguió deambulando por la vida
buscando una estabilidad que nunca tuvo y que siempre anheló.
Cómo nos gusta desde niños que nos narren historias, ese poder que tienen las palabras para transportarnos a otros tiempos, a otros lugares. A través de ellas descubrimos el mundo que nos rodea, despiertan nuestra curiosidad, nuestra imaginación, encontramos en las historias reflejos de nuestra propia vida. Pew utilizó
las historias para combatir la soledad de Silver, para enseñarle en cada una una lección de vida, para que la acompañaran siempre, para que fuera capaz ella de
inventar, de contar, de crear las suyas.
A pesar de que te embarga una sensación de tristeza por ella y por su soledad desde las primeras páginas,
el humor siempre hace acto de presencia aligerando el tono grave. Estos cambios en el tono de la narración hacen que el lector pase por diferentes emociones, de sentir pena, tristeza, a sacarte de repente una sonrisa, y lo hace sin que lo esperes, casi por sorpresa,
lo trágico y lo cómico se interponen en esta historia haciéndola si cabe más especial.
Winterson entremezcla personajes históricos como Darwin, escritores como Robert Louis Stevenson también visitan esta historia ,su novela El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde ilumina la vida de Babel Dark, que bien podría haber servido de modelo para dicha novela.
Extraña quizás, breve y conmovedora, con un lenguaje que raya la poesía, párrafos fragmentados, frases cortas cargadas de sentimiento, un derroche de metáforas, así es La niña del faro.
Algo tiene de cuento de los de antaño, de esos para contar antes de ir a la cama, algo tiene que me gusta, que me ha gustado mucho, que no he podido alejarme de ella hasta llegar a la última página.
Una delicada novela que he leído con verdadero deleite.
A veces son los libros los que nos llevan de una lectura a otra, otras los autores que hacen alusión a ciertos escritores en sus libros o en entrevistas, como en este caso
Alejandro Palomas, el traductor de este y otros libros de Jeanette Winterson al que le debo haberme descubierto esta autora que me habría pasado desapercibida de no ser por él.
Me despido de vosotr@s con una de las muchas frases que este libro nos regala.
Nunca te fíes de lo que ves. No todo puede verse. Pew le dice a Silver y ya lo dijo también
El principito,
lo esencial es invisible a los ojos.