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7/10/18

Nada de Carmen Laforet.







Título: Nada.
Autora: Carmen Laforet.
Editorial: Destino.
Año 1ª publicación: 1944.
Págs: 303.





Pocos lectores habrá a día de hoy que no conozcan Nada de Carmen Laforet,  yo lo leí por primera vez cuando tendría más o menos la misma edad que Andrea, la protagonista, y aún perdura el recuerdo de esa primera y lejana lectura. Hoy ha vuelto a caer en mis manos, hoy me vuelvo a encontrar con ella, hoy vuelvo a disfrutar leyéndolo.

He vuelto con Andrea a una Barcelona posbélica, a pasear por sus calles, a vivir con ella ese año que pasó en el piso de la calle Aribau donde fue para poder estudiar en la universidad, he vuelto a conocer a sus familiares y me he vuelto a emocionar.
Se presenta Andrea con sólo una maleta llena de esperanzas y de ilusiones por nuevas experiencias, por un poco de libertad. Lamentablemente estos sentimientos tan entusiastas quedan bruscamente interrumpidos en cuanto descubre la realidad un tanto esperpéntica que la acoge.
Al abrir las puertas del piso de la calle Aribau el grato recuerdo que guardaba de cuando pequeña lo visitó se ensombrece, lo que antaño fue un espacio luminoso, espacioso, ahora resulta un lugar lúgubre donde se apilan sin ningún orden ni cuidado reliquias llenas de polvo testigos de un pasado mejor. Junto con el deslucido panorama de la vivienda se encuentran sus familiares, personajes heridos, frustrados, traumatizados, todos intensos, muy intensos. Allí se grita y se llora, se insulta y se pelea, y todo pasa como si nada, un cuadro verdaderamente deprimente el que ofrecen. Y entre insultos constantes, violencia y una rabia que todo lo invade, se haya perdida Andrea. Apocada como se encuentra entre esos seres excéntricos las calles de Barcelona se le presentan como un escape en el que buscar una comodidad que no encuentra entre esas cuatro paredes. También contará con Ena, una compañera de la universidad, guapa, inteligente, rica, y un poco pícara que le aportará el brillo que le falta a sus días. Hasta entonces nadie a quien yo quisiera me había demostrado tanto afecto y me sentía roída por la necesidad de darle algo más que mi compañía, por la necesidad que sienten todos los seres poco agraciados de pagar materialmente lo que para ellos es extraordinario: el interés y la simpatía. Dos mundos en su vida, la casa y la universidad, dos mundos que no quiere mezclar, pero claro, la vida no siempre sigue nuestros deseos.

Vaya elenco de personajes se nos presentan en esta lectura, todos excelentemente caracterizados. Les definen sus actos, sus conductas, pocas descripciones físicas encontramos y sin embargo están perfectamente perfilados. Así tenemos al tío Juan, al que le domina una violencia insana, incapaz de expresarse sino es con insultos y palizas; su mujer Gloria, buena chica, algo ingenua, a la que le caen encima los ataques de furia de su marido, de ella nos llegan retazos del pasado de la familia; la tía Angustias, intentando imponer su autoridad, su hipócrita disciplina puritana; el tío Román, seductor, y arrogante; la desagradable criada que junto a su perro merodea por la casa sin tener gran cosa que hacer; la abuela frágil, sufriente y amorosa, siempre inclinada a perdonar a todos.

Con frecuencia me encontré sorprendida, entre aquellas gentes de la calle Aribau, por el aspecto de tragedia que tomaban los sucesos más nimios, a pesar de que aquellos seres llevaban cada uno un peso, una obsesión real dentro de sí, a la que pocas veces aludían directamente.
Por supuesto no podemos olvidar a Andrea, la narradora, son sus observaciones, sus impresiones, sus descripciones de cuanto la rodea, de esos detalles que llaman su atención, es su forma de mirar la vida la protagonista en estas páginas. Todo pasa en su derredor, y lo que a ella le sucede lo vive como una observadora, su primer baile, incluso su primer beso. Nada es el vacío que siente Andrea, Nada es lo que ella espera cuando el desánimo le vence al sentir incumplidas sus ilusiones.

A través de estos personajes Carmen Laforet retrata a toda una sociedad española en el período de la posguerra, una Guerra Civil que sin estar en el centro de la historia, sin nombrarla apenas, se cierne sobre los personajes, sobre el ambiente decadente en el que habita la locura, sobre esa familia fracturada, sobre su pobreza, sobre el hambre. Expuesta queda la herencia de una guerra.

El después de una guerra, las graves heridas emocionales que deja, que transforman, un destrozo del alma, un recuerdo que perdura dolorosamente, cruelmente. Secuelas simbolizadas en cada personaje de esta novela, todos golpeados por el conflicto bélico vivido. Y es que cómo puede ser posible salir completamente ileso de una experiencia tan traumática, tan violenta, después de estar expuestos ante un sufrimiento tan elevado. Cada cual lo manifestará de forma distinta, pero ahí queda.

Menciono por supuesto también el ambiente asfixiante que todo lo envuelve, perfectamente transcrito, traspasando las páginas, llegando al lector, haciéndonos sentir incómodos, claustrofóbicos.

Destacaría la elegancia de la prosa, sin artificios innecesarios, de rápida lectura, Nada es una novela íntima maravillosa repleta de momentos dramáticos, algunos acaban resultando cómicos de ridículos, te hacen reír, y te hacen llorar, te asustan, te entristecen, te hacen sentir que al final es lo que yo busco en una lectura.



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