Leer, escribir, compartir

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25/9/16

Reto 5 líneas: septiembre




Las tres palabras propuestas este mes de septiembre por Adella del blog Las palabras soñadas son: quiero / abres / pues.

Aunque el mes está por acabar, no me olvido de participar y hoy, tarde otoñal aquí en el norte ha sido perfecta para escribir el relato 5 líneas. Sólo he tenido que dejarme llevar por sentimientos y emociones que últimamente me embargan y sacarlo todo de la mejor manera que sé hacerlo, o por lo menos de la manera que mas cómoda me siento expresándome, escribiéndolo.

Ni quiero saber de tí ni eres bien recibida, sin embargo te empeñas en aparecer. Te presentas y abres una honda herida dejando mi alma rota, pues con la ausencia de quien te llevas me dejas hundida en un dolor abrumador. El destino inevitable que a todos nos espera, ley de vida, explicaciones lógicas que de tí me dan y que nada me consuelan, ya que es mi parte emocional la que ahora se encuentra desvalida, vulnerable y no atiende a razones.






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17/9/16

La hoguera de las vanidades





Título: La hoguera de las vanidades
Autor: Tom Wolfe
Editorial: Anagrama
Págs: 636







Gracias a Un libro junto al fuego y al taller de lectura que organiza cada mes Susurros de bibliotecas he podido recuperar esta lectura que tiempos atrás leí sobre la ciudad de Nueva York, porque si algo te queda claro después de sus 636 páginas es que esta ciudad caótica en los años 80 es la gran protagonista de este libro.

Fue en principio publicado por capítulos en la revista Rolling Stone, pasando a convertirse en un gran éxito de ventas cuando fue editado en libro en 1987. Hoy en día se considera un clásico de la literatura norteamericana.
Un libro que 30 años después de su publicación se puede seguir considerando fresco y relevante, de hecho es fácil imaginarnos los acontecimientos que suceden en la novela hoy en día. Discriminación racial, mucha hipocresía en la vida política y judicial, cinismo, diferencias de clases sociales...pongo la tele y leo los diarios y me doy cuenta de que la crónica de nuestros días no difiere tanto de la que Tom Wolfe nos hace en esta lectura.

Sherman McCoy es un operador de bonos millonario, su destino se pincha cuando un día después de recoger en el aeropuerto a su amante en su Mercedes toman un giro equivocado y se encuentran perdidos en el Bronx. En una de las calles se encuentran con un par de neumáticos que bloquean el camino, Sherman se baja del coche para moverlos y ve como se les acercan un par de jóvenes negros, bien podría ser para ayudarles o para atacarles, se ponen nerviosos y al salir golpean e hieren fatalmente a uno de los chicos. No paran para comprobar si efectivamente le han herido, están tan nerviosos y con tanto miedo que huyen sin mirar atrás. Deciden mantener este incidente en secreto (una decisión bien estúpida) y podría haber pasado desapercibido si el alcalde de Nueva York no tendría unas elecciones a la vuelta de la esquina, si Kramer (vicefiscal del distrito en el Bronx) no tuviera esas ganas de impresionar y si Peter (el periodista) no andaría en busca de una buena historia que impulsara de nuevo su carrera. A partir de aquí nos relata la caída de Sherman, el descenso a los infiernos.

La historia es contada a través de la voz de tres de los personajes, Sherman por supuesto, el vicefiscal del distrito Kramer, que se hincha como un globo de ver como su nombre sale en las noticias y el que quisiera que las mujeres se rindieran a sus pies, con un complejo de inferioridad que no puede con él y un periodista sensacionalista medio fracasado y gorrón, Peter.

A lo largo de sus páginas varios han sido los personajes que me han causado cierta aversión, el reverendo Bacon y el vicefiscal absurdo y ridículo Kramer se llevan la palma. Ni que decir que lo mejor de Wolfe en este libro han sido las caracterizaciones que hace de los personajes, nadie está exento de defectos. El único personaje que levanta simpatía es el adolescente atropellado que se pasa toda la historia en estado de coma.

He echado en falta que las mujeres tuvieran más voz en la historia, saber lo que pensaban acerca de estos arrogantes hombrecillos por voz propia. Uno de los mejores momentos fue oír en una grabación a María (la amante de Sherman) lo que pensaba del vicefiscal, reconozco me sacó una sonrisa maliciosa...

El autor retrata un estilo de vida de hipocresía excesiva donde las apariencias es lo único que importa para esta gente rica y en frente de ésta las gentes del Bronx lidiando con el desempleo, la delincuencia y el crimen. Pero a ambos lados, todos buscando el poder, cada uno en su campo y todos con un ego enorme. Vidas paralelas en la ciudad de los rascacielos; el esplendor y la ruina.

¿Algunas quejas? sí, por supuesto. Tom Wolfe insiste a lo largo de la novela para mi gusto en utilizar demasiadas onomatopeyas, ¿de verdad son necesarias?:

"-Ya-ahhhhhh...-sonaba por allí.     -Ya-ahhhhhhhh...-sonaba por allá"
" De esos teclados salía una trepidación sorda -zuc zuc zuc zuc zuc zuc zuc zuc-."
"¡Ooooooooaaajjjjjh! un grito tremendo a su izquierda."
"Zumpazumpazumpazumpazumpa: el ruido que hacían los aviones al despegar..."

Lo mismo ocurre con los puntos suspensivos, es como si tuviera una obsesión con ellos:

" - Bien. -Un suspiro fastidiado-. Bien, me pondré.- Cogió el teléfono-. ¿Annie...? Annie, espera un momento...con calma...¿cómo? ¿Henry...? qué horror, Annie. ¿Es grave...? Dios mío, Annie, cómo lo siento... ¿en serio...? ..."

"Leídas en el tono pesarosamente rotundo que empleaba Herbert, aquella palabras caían sobre la sala como una monótona llovizna... Los pensamientos de Kramer erraban sin rumbo fijo... La chica del pintalabios marrón... Pronto aparecería allí... Esta solo idea hizo que se enderezase en su asiento... ¿Por qué no se había arreglado un poco ante el espejo antes de entrar en la sala...? El pelo, la corbata..."

Por otro lado las descripciones tan detalladas de la manera en la que van vestidos los personajes, se me hicieron demasiado pesadas, tediosas. Y el final, bueno me quedó con la sensación de que faltaba algo, me hubiera gustado que fuera más convincente. Aún así logró engancharme y hacerme disfrutar de esta lectura.

Por cierto en las primeras páginas sale el perrito del protagonista del que no se vuelve a saber nunca más nada, ¿qué le pasó al perrito, con quién terminó?.


Una buena lectura, escrita con habilidad y con una prosa muy entretenida.


Tom Wolfe, escritor y periodista, sarcástico y mordaz.



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8/9/16

Los Huerfanitos de Santiago Lorenzo



Ya dije cuando conocí a Santiago Lorenzo con su último libro Las ganas, que sin duda le volvería a leer. Y dicho y hecho, me compré los dos libros suyos que me quedaban y aquí os traigo mis impresiones sobre uno de ellos, Los Huerfanitos.

Esta vez Santiago Lorenzo nos narra las desventuras de los tres hijos de un exitoso empresario teatral, un manirroto vividor al que siempre le sobraron sus hijos, que les deja en herencia un teatro ruinoso con una exorbitante deuda a cuestas. Tres hermanos que vivieron toda su infancia en ese mismo teatro, que acabaron con un odio a su padre y a todo lo relacionado con el mundo teatral que de adultos salieron corriendo sin mirar atrás cada uno por su lado, sin volver a verse. Ahora se encuentran con esta inesperada herencia, (que anda que no les vendría bien el dinerito si pudieran venderlo), pero antes tienen que saldar la deuda para que el banco no se quede con el teatro y  para salvarlo se les ocurre montar una obra en tiempo récord para intentar conseguir una subvención y poder hacer frente a la deuda. Con lo poco que tienen que casi es nada, no les queda otra que contratar a la Brigada Guajardo, antiguos técnicos de mantenimiento del teatro de cuando su padre (ahora jubilados), a una panda de actores aficionados de un centro de desintoxicación alcohólica y a un director de escena harto pintoresco, encargados todos ellos de llevar para delante esta faena. Situaciones disparatadas y mucho cachondeo.
Santiago Lorenzo no tiene piedad con sus personajes, les caen encima toda clase de calamidades, situaciones estrafalarias, algunas tan absurdas como reales. Una historia contada con mucha socarronería y retintín, unos personajes que después de tantas perrerías les llegas a coger hasta cariño.

Detrás de lo cómico, la reflexión de que siempre hay que tirar hacia delante, levantarse después de cada infortunio, de luchar cuando tienes todo en contra y a favor poco o nada, lo que se dice sobrevivir sin un duro como tanta gente anda haciendo en estos días que corren.

Santiago Lorenzo una vez más nos narra esta historia con una prosa única, genial, ocurrente, ingeniosa, quizás éste se me hizo un poco más largo que Las ganas, pero nada pesado. Con un lenguaje muy peculiar lleno de expresiones que ya no oímos en la calle, si acaso en alguna película de las que veían mis abuelos, que nos trae cierta añoranza y que puede que cueste un par de páginas acostumbrarse, pero al que luego coges un gusto muy especial. Nos volvemos a encontrar con ese estilo original y esa gracia tan salada que no se encuentra tan fácil en la literatura actual.

No puedo no citar a Blackie Books, una editorial que cuida muy mucho de los diseños de los libros, atrayentes portadas, originales también sus fajas publicitarias. La descubrí con Peyton Place y desde entonces sus libros tienen un hueco asegurado en mis estanterías.

Vaya si te ríes con este libro, léelo y sorpréndete de alguien que escribe muy pero que muy bien.

Como siempre, recomiendo vivamente los libros de Santiago Lorenzo al que yo,sin duda, voy a seguir leyendo. Buena literatura y un peculiar sentido del humor. Si te gustan Eduardo Mendoza, Jardiel Poncela, García Pavón e incluso Valle-Inclán, y si no también, te gustará sin duda este autor experto en combinar el humor y las desgracias y en sacarnos unas risas de esas melancólicas, que te ríes pero que igual podrías llorar.


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