Leer, escribir, compartir

Leer, escribir, compartir

1/4/15

Me gustan los libros, me gusta leer.

Escucho a mi madre diciendo que pocas cosas necesitaba para entretenerme, bastaba con un libro para leer o un folio para escribir y me podía pasar horas completamente absorta. A día de hoy me sigue pasando, con la diferencia claro está del poco tiempo disponible para poder dedicarle.

Con unos doce años mi padre me enviaba a la librería del barrio donde vivíamos a intercambiar unas novelas del oeste, cada vez que terminaba una la cambiaba por otra y así hasta leer la colección. Para entonces ya habían caído en mis manos libros como La fábrica de chocolate, Matilda o cualquiera del Club de los cinco. Me decían que aquellas novelas que mi padre leía no eran para mi edad, pero mi curiosidad era superior y me recuerdo perfectamente desobedeciendo cada vez que tenía oportunidad.

Desde entonces no he dejado de leer, lo he convertido en un hábito, y algunos días más y otros menos siempre busco la ocasión para abrir un libro y leer unas páginas. 

En mi casa puedes encontrarlos en cualquier rincón, en todas las habitaciones, en cada mesilla, quiero que mis hijos crezcan entre ellos, que los tengan a mano, quizás al principio para fijarse en las ilustraciones, pero seguro más tarden querrán saber las historias que esconden.

En muchos momentos la lectura me ha servido de escape, otros como la mejor herramienta de aprendizaje y siempre ha sido una fuente de emociones. Sin lugar a dudas para mí los libros son esenciales.

Según cuentan las estadísticas los lectores somos una especie en extinción, yo os animo a contribuir a que esto no sea así, a que intentemos inculcar en los que nos rodean el placer de leer un buen libro.







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